martes, 17 de noviembre de 2009

El gato se murió...

Hace un rato he llamado al hospital veterinario y, con reticencias ya que no estaba a mi nombre, me dijeron que no lo había superado y había muerto.
Soy de las que siempre ha dicho que no le gustan los gatos, pero éste estaba esta tarde tumbado mal herido en medio de la calle cuando salí de trabajar, alguien lo atropelló y lo dejó allí, cuando lo vi, un coche intentaba esquivarlo, ni por un momento pensó la conductora en parar, a esta la seguía un autobús que le pasó por encima, entonces vino otro coche que imitó al autobús. Perdí los nervios y creo que gritando como una loca me puse en el medio de la calle hasta que el siguiente coche que ya sería el tercero o cuarto no tubo más remedio que detenerse.
El pobre gato estaba hecho polvo, sangraba mucho y uno de sus ojos colgaba fuera de su órbita, no era desagradable, sólo muy triste, estaba tan indefenso, aún no he logrado deshacerme del sentimiento de tristeza que me causó su desamparo, ni tampoco de la rabia que me causaron aquellos que viéndolo allí apostaban a si su coche sería o no suficientemente alto para pasarle por encima.
Finalmente un coche de la protectora de animales vino a recogerlo y se lo llevaron al hospital veterinario con desenlace ya conocido. Ahora no consigo dormir así que pensé que contarlo tal vez funcionaría como terapia de sueño. Con esto no quiero entristecer a nadie, además de que soy consciente de que casi nadie lee este blog, sé que hay mucha gente sensible que hubiera hecho lo que yo, y la verdad es que siento que alguno no hubiera esto allí así yo no tendría su imagen aún en mi cabeza. Seguro que todos los días pasan muchas cosas tristes pero creo que más triste todavía es que a demasiada gente le importa un pito.
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